domingo, 18 de noviembre de 2007

Fareros en Huelga

Se me ocurrió una idea. Por un momento no contestemos las llamadas. Dejemos que el teléfono suene. Que nos busquen. Pongamos en huelga la voz y la oreja. No escuchemos ni hablemos. No recibamos mensajes, ni cobros, ni ofertas, ni noticias, ni recados, ni llamadas de otros que viven con nosotros. No nos tomemos la molestia de redescubrir que hay un mundo detrás de los auriculares. Pongamonos en huelga. Que nadie tiene porque oirnos y no tenemos porque hablar con nadie. Que en la oscuridad de la isla nos alumbre un faro distante. Que nos imaginemos su nombre, su mirada y su luz. Pero que no sepamos nada de cierto, que no escuchemos. Y cuando llegue nadando, empapado en traje de rana, que no hable, que sepa que estamos en huelga. Que no escuche. Que solo presente su credencial. Que su imagen diga todo y nada. Que nos quede claro que se queda con la voz de sus ojos. Que su desnudez alimente nuestro cuerpo. Tengo una idea, subamos al polo norte. Viajemos a Laponia, en donde no hay playas pero si orillas de lagos, en donde no hay noche y por tanto no hay fareros. Porque ál cruzar el círculo polar artico, hay sol a la media noche. Y ahí sentados en un atardecer continuo la espera se vuelve un círculo infinito. Que no empieza ni termina. Que no amanece ni anochece. Solo gira. En estado perfecto. Como siempre como nunca. En este pequeño y aislado oasis esperaremos la casualidad más grande de nuestra vida. Cuidemos de no gastarlas pronto. Porque esa casualidad ya ha existido desde siempre, es eterna y perfecta. -Igual. Inseparable. Infinita. como tú como yo. esperemos a que el día no termine. Esperemos a que la noche no comience. Esperemos a que por casualidad llegue una nave que nos envie al espacio, Volar a través de la Vía láctea, girar a la derecha en Marte atravesár los asteroides por toda la noche y desayunar en Plutón. Todo en silencio, para no arrepentirnos. Para que todo quede claro con miradas, con credenciales.

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